Esta entrada va dedicada a Aicha.
No era mi amiga, ni la conocía tanto, pero sí lo suficiente como para saber que vivía con miedo.
La quería porque fue fuerte y tuvo mucho valor, aunque lo consiguiera gracias al miedo y a continuas palizas.
Yo la respetaba, y la intenté ayudar en todo lo que pude, pero era difícil.
Nos costaba entendernos, porque tanto su dominio del españo, como el mío del tamazigh, dejaba mucho que desear, pero al final lo conseguíamos con unas risas.
Dejas una familia, unos niños, y también un vacío en mi corazón.
Ya no te veré más por Melilla Acoge, preguntando si ha llegado alguna carta, o contándome alguna tristeza, o pidiéndome ayuda porque se te ha roto el móvil de protección.
Siento que tu marido hay salido de la cárcel, siento que no lo expulsaran a Marruecos, siento que te esperara en el rastro con un cuchillo, siento que nadie te ayudara.
Ojalá que algún día los hombres y las mujeres se respeten, y se acabe la violencia de una vez.
Otro ladrillo en el muro
Soldado anterior a los besos,vencido antes de cualquier cosa,del barro, de la sangre imprecisa y también de la muerte.
Recuerda.Ojos duros a ras de cielo y del camino hirviente, con los dedos amargados por el hambre y el infierno.
Resiste.Vas incierto hacia la nada como quien juega verdades,ceñido con banderas ajenas y artilugios mortales.
Renace.Pequeño soldado aturdidopor nubes grises y discursos,vacíos, al fin, como tus iris y los pupitres que te lloran.
Sube por todos los ladrillos hasta las cornisas de la vida.
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Cuéntame, libertad
Cuéntame libertad tu muerte,dime tu pena retorcida tras las sombras de tantos años.¿Con quién te escondes a veces?Diría que tus besos son de luz amarga cuando merodean difíciles momentosde ruína y desamparo.
Aparecen en mi lecho vacíos y en tus labios temblores azulados con esa lentitud de vino vividor de todas las comisuras;viajera como una mujer desleal que nunca regresa al paladar del compañero.
Desgranas cada mañana paisaje a paisaje la tierra,buscando entre las nubes deshechas cualquier evidencia de sol;regando como río poderoso ese mar de brazos espinados como rosales voladores.
Esta muerte de ahora tiene prisa de vientoy hambre de nada y miseria; avaricia viscosa y tintineo de frías monedas culpables desde que sale a romper el díay no sé hacia donde sorprenderme.
En mis manos hace frío cuando no te siento; cuando los pies oscilantes del ahorcado comprimen las sienes de una multitud que presiente tormentas por toda respuesta.
Libertad de los hombres mientras las palabras agonizan
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Voces nuevas
Toma esta mano llena de tempranos cafés amargos;toma mis labios firmes como firmes altavoces;toma mis momentos de sol abatidos por la rabia.
Abre las palmas y derrama todo el odio del silencio;abre tu cuerpo malgastado por todos los vientos grises;abre tu mente a todos los besos que aún han de estremecerte.
Corre, no mires con tus lágrimas,haz todo lo que está pendiente;corre y abraza el horizonte libre como tu cuerpo libre;corre, ámalo todo, corre,corre, que te esperan las mañanas.
Oye como te llaman voces altas, nuevas, blancas;oye la alegría que sospechas detrás de todas las puertas;oye tu voz desde el futuro derogando la melancolía.
(JOSÉ ANTONIO LAFUENTE ANDÚJAR)
