Viendo que en mi búsqueda de piso no tenía ninguna suerte, el destino quiso ponerme a prueba para que tomara una decisión.
Me llamaron para una entrevista de trabajo, y resulté seleccionada. El sueldo era más bajo, y supuestamente eran menos horas (aunque de eso no puedo estar segura 100 %). A cambio, tenía la posibilidad de prosperar en mi puesto de trabajo y obtener mayores responsabilidades (con el mismo número de horas y mismo sueldo).
Sólo disponía de unos minutos para tomar la decisión. Y opté por hacerle caso al refranero español (más vale pájaro en mano que ciento volando/ Más vale malo conocido que bueno por conocer...). Así que opté por el "Virgencita, que me quede como estoy", y sigo como estaba.
Mi familia y conocidos creen que he tomado la decisión correcta, yo espero no arrepentirme en el futuro, ya que el otro trabajo quizá en un futuro me ofreciera la oportunidad de acercarme a mi familia (física o territorialmente hablando).
Mientras tanto, sigo agotada psicológicamente, estoy muy estresada en el trabajo, y luego el baile, en vez de ofrecerme un espacio donde soltarme y relajarme, me crea todo lo contrario. Más esfuerzo y afán de superación. Para más inri, me pierdo House y Anatomia de Grey, así que me faltan mis dosis de humor e intriga. Además, en el grupo de baile hay un usuario potencial que reclama mis servicios, y por más que le digo que acuda a la Asociación nunca puede, así que entre baile y baile, trabajo social!! (en vez del famoso Azúcar!!).
Sólo deseo que las cosas se pongan ya en su sitio, y la gente también. Y se quede el mamoneo y el escaqueo de algunos en algo pasajero, y no me jodan más.
Hoy le he impartido a un grupo de 16 mujeres mi Taller de Economía Doméstica y me ha quedado una gran sensación de satisfacción porque les ha encantado, ha sido muy ameno y participativo. Y la verdad, eso gusta, porque le he dedicado mucho tiempo a este taller.
Ayer, no sé qué me pasaba, pero no dejaba de llorar (tanto de alegría como de tristeza). Estaba muy sensible. El primer llanto llegó a las 11 de la mañana, cuando vi el bebe que espera una usuaria y escuché el latido de su corazón. Ya había visto otras ecografías de otras chicas, pero este fue distinto. Sentí una gran alegría. Ojalá todo salga bien, porque esta familia se lo merece. Lo pasaron muy mal el año pasado cuando se murió su hija de 3 añitos. Yo también.
El último llanto fue a las 11.30 de la noche, cuando bailando bachata puso el profesor una canción preciosa.
Ya, hoy, menos mal, parece que la sensibilidad me la he dejado en casa al lado de las bolsas de basura que llevo 2 días intentando tirar al contenedor. De hoy ya no pasa porque tengo que tirar también la llorera.